martes, 10 de enero de 2012

LA LEYENDA DEL ACUEDUCTO DE SEGOVIA

Los aguadores de Segovia tenían que cruzar cada mañana hasta el otro extremo de la ciudad y cargar con los cántaros llenos del agua recién cogida del río. Una muchacha que servía en una de las casas señoriales de Segovia, cansada ya de tanto esfuerzo día tras día, una mañana sentada junto al río exclamó:
-¡Daría lo que fuese con tal de liberarme de esta esclavitud!.
De pronto, un hombre vestido de negro le propuso un cambio: su alma a cambio de que la muchacha no tuviese que volver a cruzar la ciudad para recoger el agua. La muchacha temerosa, añadió que la solución debería existir antes de que el gallo cantase la mañana siguiente. El hombre ofreció un pergamino en el que la muchacha debía firmar con su sangre y ella lo hizo. Entonces el hombre se transformó en el mismísimo diablo y desapareció.
Esa noche la ciudad fue azotada por la tormenta más grande jamás vista y cuando la muchacha se asomó a la ventana vio cómo el diablo sobrevolaba la ciudad y cargaba con unas piedras inmensas con las que estaba construyendo un puente a una velocidad de vértigo. La chica arrepentida rezó a Dios pidiéndole perdón por lo que había hecho y justo antes de que el diablo colocase la última piedra, cantó el gallo. De esta forma la muchacha conservó su alma y Segovia quedó presidida por un imponente acueducto que la abastecería de agua en los siglos venideros. Dicen que la piedra que no se puso es justo el hueco en el que está la Virgen y San Esteban al otro lado y que los aguadores de la ciudad elevaron las imágenes hasta allí como ofrenda ante el "milagro".
Fuente: mitos y leyendas de Segovia




Una vez contada la leyenda, pasemos a la historia real: el acueducto es la obra de ingeniería civil romana más importante de España. No se sabe con seguridad la fecha exacta de su construcción: unas teorías apuntan al siglo I en la época de la dinastía Flavia y otras al período de Nerva o Trajano. Está construido en granito y como característica fundamental, sus sillares no están unidos por argamasa, sino que se mantienen por un equilibrio de fuerzas. Los romanos utilizaron fuertes andamios que soportaban las cimbras, sobre las que se encajaban las dovelas de los arcos, cuya piedra central, la clave, tenía que estar perfectamente tallada en forma de cuña para así poder ejercer la presión suficiente. Era necesario marcar los dobles agujeros que vemos aún hoy, en los extremos de cada sillar de granito, ya que para elevarlos usaban grandes tenazas metálicas. Estas tenazas se cerraban al tirar hacia arriba y se apretaban con el propio peso de la piedra.Las hornacinas que ahora ocupan la Virgen y San Sebastián probablemente alojaron en su tiempo a dioses paganos, y bajo éstas, había una inscripción sobre su fundación en letras de bronce.
Posee 167 arcos, 120 pilares y una altura máxima de 28,10 metros. Fue declarado Monumento Histórico por la Real Orden del 11 de Octubre de 1884.









No hay comentarios:

Publicar un comentario