Fue palacio real desde el siglo VI, convirtiéndose en el siglo XIV sede del Parlamento de París bajo el reinado de Felipe IV el Hermoso. A finales de siglo Carlos V cambia la residencia al hotel Saint-Pol, adquiriendo entonces el palacio mayor protagonismo como prisión. Más adelante (1793), el Tribunal Revolucionario lo connvierte en su sede y refuerza aún más su uso como prisión. Durante el "Terror" pasaron por ella cientos de personas, algunas ilustres, como la reina María Antonieta y Robespierre. En esa época se consideró la más dura de las prisiones, donde las condiciones de insalubridad y hacinamiento de los acusados fue terrible.
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